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Leonor Varas, directora del DEMRE: “Tenemos la esperanza y el compromiso de seguir disminuyendo la brecha socioeconómica en la PDT”

El Departamento de Evaluación, Medición y Registro Educacional (DEMRE) de la Universidad de Chile estuvo de aniversario, y en ese marco, su directora comenta los cambios y desafíos de la institución en el actual contexto social y político.

Aniversario 25: Entrevista Leonor Varas

Heredero de la tradición centenaria que en materia de admisión a la educación superior tiene la Universidad de Chile, desde 1996 el Departamento de Evaluación, Medición y Registro Educacional es el organizador de uno de los eventos más importantes del año, similar a las votaciones parlamentarias o presidenciales: la rendición de la actual Prueba de Transición, PDT (antes PAA y PSU). Aquella que congrega en un par de días a los medios de comunicación, a las familias y, por supuesto, a los postulantes que la rinden con el objetivo de ingresar a la universidad.

Estos 25 años han significado esfuerzos en innovación y constantes mejoras para lograr un sistema de acceso a la educación superior inclusivo, equitativo y pertinente al Chile de hoy. Sobre eso reflexiona Leonor Varas, directora del DEMRE desde 2015.

En este cuarto de siglo han ocurrido cambios sustanciales, entre ellos el más sentido por estudiantes, y expertos y expertas: el fin de la PSU. ¿Por qué era tan necesario cambiarla?

Es una modificación fundamental. La PSU duró 17 años y fue creada en un momento muy distinto al actual. Estaba asociada a una noble tarea y a una reforma icónica del regreso a la democracia: implementar un currículum más exigente y moderno. Por lo mismo, se pensaba que, al preguntar todo el currículum, las pruebas iban a ser más justas, ya que el Estado proveería oportunidades de aprendizaje a todas y todos por igual. Ese supuesto no resultó cierto; el currículum no se implementó de la misma manera en todos los colegios y las diferencias educacionales se mantuvieron.

¿El resultado? A la población de menores recursos se le preguntaba lo que en la práctica no había tenido oportunidad de aprender y, por lo tanto, el estándar de evaluación se veía empañado por un problema de justicia, cuando la prueba tiene otros fines: seleccionar para la universidad a aquellos que sean más talentosos, independiente de sus condiciones socioeconómicas.

Además, en 2013 el Informe de Pearson advirtió que la PSU debía incluir preguntas más centradas en las habilidades y eso no lo podíamos hacer porque no estaba garantizado el conocimiento compartido. Desde 2017 llevamos a cabo un proyecto FONDEF para preparar pruebas basadas en conocimientos más básicos, pero que evalúen habilidades cognitivas de orden superior, con preguntas más centradas en las habilidades, cuyo desarrollo es central en el currículo escolar chileno y valorado en todo el mundo.

En medio del actual debate nacional, se ha planteado eliminar las pruebas estandarizadas para ingresar a la educación superior. ¿Cuáles son los beneficios de este sistema de acceso y por qué hay que mejorarlo constantemente?

No tenemos otro instrumento que tenga este nivel de objetividad y transparencia, y que signifique lo mismo para todos. A nadie se le ocurriría pensar que quien tiene un 6,1 en un colegio tiene una mayor probabilidad de que le vaya bien en la universidad que quien marca un 5.9 en otra institución, ya que las notas no están estandarizadas.

El sistema centralizado de asignación de cupos, por su parte, evita la intervención arbitraria en la distribución de esos cupos, lo que es especialmente importante en el caso de las carreras más demandadas, pero con vacantes limitadas. Los criterios son públicos, establecidos con anticipación, y revisados cada año por las universidades que deciden cuánto peso le darán a cada factor de selección en cada una de sus carreras. Desde el año pasado, además, el Comité Técnico de Acceso (formado por el subsecretario de Educación Superior y siete rectores de universidades) permitió mayor flexibilidad en estas decisiones. No obstante, es fundamental estar adecuando constantemente el sistema de admisión al contexto nacional, que ha cambiado de manera importante en los últimos años.

Algo que sucedió con la puesta en marcha de la PDT fue la disminución de un 12.9% en la brecha socioeconómica de la Prueba de Comprensión Lectora, que incluyó importantes modificaciones. ¿Se espera algo similar con los cambios en Matemática?

Pese a que la pandemia afectó a los estudiantes de distintas maneras, en la PDT pasada hubo una disminución de brechas en todas las pruebas, incluyendo a la de Matemática. Bajó la diferencia entre colegios particulares pagados y municipales, y entre los científico-humanistas y técnicos profesionales. Esta última era una de las brechas más dolorosas de la PSU, porque cerca del 50% de los egresados de Enseñanza Media venía de la educación técnica profesional cuando esta se introdujo, y el currículum de ellos era distinto al que se preguntaba en la prueba, que se alineaba al científico–humanista.

Este año tenemos más esperanzas y el compromiso de seguir disminuyendo las brechas socioeconómicas. Esto, porque los cambios en las pruebas de Comprensión Lectora y de Matemática son mayores, y porque hemos aprendido a vivir, enseñar y aprender en contexto de pandemia.

Equidad y responsabilidad social

El contexto nacional se ha ido transformando y con este, el DEMRE: ¿Cuáles son los avances más significativos que se han hecho en términos de equidad?

Primero, los cambios ya mencionados en las pruebas, que están inspirados en la equidad y la calidad. Segundo, las modificaciones para postular. Antes solo podías hacerlo si tenías 450 puntos promedio en las pruebas obligatorias. Ahora, también puedes si estás dentro del 10% superior de notas de tu colegio. Eso es muy bonito, porque quienes destacan en su contexto escolar, sin duda tendrán atributos valiosos en la educación superior, como la perseverancia y el empeño.

Adicionalmente, ha aumentado la flexibilidad para las universidades, que ahora poseen mayor libertad para tener programas especiales de ingreso y para fijar los ponderadores. No se trata de reducir la importancia de los puntajes de las pruebas, sino que es bueno reconocer que hay carreras muy selectivas y otras en que son más valiosos otros aspectos.

Un buen ejemplo de equidad en las condiciones de rendición de las pruebas está en el esfuerzo de crear una nueva sede en Villa O’Higgins, Región de Aysén… 

La prueba se rinde bajo una situación de gran ansiedad y para los habitantes de Villa O’Higgins era aún mayor, ya que tenían que trasladarse a Cochrane para darla, en un viaje de seis o más horas. Eso le sumaba estrés a una prueba estandarizada que tiene que ser aplicada de la manera más similar posible para todos. Si no, la información que recogemos está perturbada por las condiciones del entorno.

Uno de los mayores compromisos del DEMRE es ser responsable socialmente. ¿Qué significa eso para usted?

Nuestro Departamento siempre ha facilitado las condiciones para que, ojalá, todo el mundo dé la prueba en iguales condiciones, asegurando que nuestra evaluación sea lo más justa posible. Sin embargo, hay inequidades en Chile que ninguna prueba va a borrar. Entonces, nuestro compromiso es mitigarlas y ofrecer oportunidades. Por eso el viraje en el tipo de preguntas y en la reducción de los contenidos.

Nuestro compromiso también está con las personas en situación de discapacidad, que necesitan apoyos que ahora les estamos brindando. De igual forma, en cautelar el buen uso de las pruebas y que no se usen para ranquear a los colegios, por ejemplo. Pero lo más importante es mantenernos revisando las pruebas, su validez, calidad, ecuanimidad y su pertinencia a nuestro contexto. Que no discriminen a ningún sector de la población y que contribuyan a la diversidad en las aulas universitarias.

¿Fue la aplicación post estallido social el desafío más grande que ha tenido en el DEMRE?

Fue muy duro, pero fuimos consistentes desde que empezamos a enfrentar la amenaza del sabotaje a la PSU. En un solo día recorrimos 18 medios de comunicación y nuestro discurso siempre fue que todas las críticas eran legítimas, pero que había que discutir los métodos de manifestarlas, porque algunos afectaban el irrefutable derecho a la educación. La PDT (ex PSU) se rinde hasta en las cárceles, porque ni siquiera el peor de los crímenes inhibe este derecho.

Teníamos que valorar los principios que movilizaban las protestas en contra de la rendición: la injusticia, la desigualdad y la segregación. Llamamos a conversar y resolverlo de una manera que no fuera autoritaria. Rechazar las soluciones planteadas por los jóvenes con argumentos técnicos -que obviamente ellos no manejan y nosotros sí- es un autoritarismo del conocimiento que resulta peligroso y estéril.

La insatisfacción que se mostró provocó una conversación que no existía y que nos ayudó, porque cuando nosotros promocionábamos los cambios a la PSU costaba que nos escucharan. Eso sí, los cambios a las pruebas que se anunciaron posteriormente estaban aprobados por el Comité Técnico de Acceso antes del estallido social. No fueron una respuesta a la calle, sino modificaciones con estudio y discusión previos.
El diálogo que se inició con las movilizaciones se ha mantenido con el compromiso de la Subsecretaría de Educación Superior. Se ha instalado una forma de discutir nuestras pruebas y el sistema de admisión que permitirá su mejora continua y con mayor legitimidad.

Desafíos para el futuro

Muchas veces se piensa en el DEMRE solo volcado a pruebas de selección a las universidades. ¿Hay posibilidades de desarrollar otro tipo de pruebas?

En este momento, en que han bajado las postulaciones a las carreras de pedagogía y hay pronósticos que indican que no tendremos profesores en el futuro, no podemos seguir subiendo las barreras de ingreso. Complementariamente, debemos buscar mecanismos de apoyo a su formación. En ese marco, estamos haciendo pruebas de diagnóstico para los alumnos ingresados a esas carreras. Es muy importante, porque con esos instrumentos podemos entregar información útil para ajustar los programas de formación al perfil de ingreso de los recién admitidos.

Partimos en 2018 y lo primero que hicimos fue un proyecto de investigación para ver qué era lo que estaban haciendo las escuelas de pedagogía en materia de pruebas de diagnóstico. Uno de los problemas era que, si tú haces una prueba para una sola carrera, la cantidad de estudiantes es muy pequeña y, por lo tanto, no puedes hacer estadísticas ni saber qué tan confiable es lo que recogiste. La manera de generar buenas pruebas es compartirlas entre varias universidades y así agrandar la población. Por eso, el DEMRE propuso un proyecto para construir colaborativamente 6 pruebas distintas con otras 3 universidades y con equipos locales que estaban construyendo sus propias mediciones.

¿Cuáles otros desafíos se proyectan para el DEMRE?

Tenemos muchos desafíos junto al Comité Técnico de Acceso, con el que hemos realizado un trabajo exitoso que hay que continuar para seguir mejorando la admisión universitaria. Se han creado dos excelentes condiciones para abordar los desafíos actuales y futuros: los diálogos y consultas permanentes a los actores sociales relevantes, como estudiantes, profesores y universidades, y la instalación de una Mesa Técnica constituida por expertos muy destacados, nacionales y extranjeros. Esperamos que ambas instancias se mantengan, que sean permanentes.

Seis años en el DEMRE

Partió en el DEMRE en 2015, con un ambiente de incertidumbre respecto de la PSU. Luego de 6 años en el cargo, ¿ha logrado los objetivos con los que llegó? 

Estoy satisfecha. Por largo tiempo no veíamos la posibilidad de realizar cambios que eran necesarios y urgentes, pero considero que ahora hay un futuro promisorio. Se instaló un camino en el que se han mostrado avances positivos y con desafíos inmediatos, entre ellos las dos pruebas de matemática que queremos que no abran las brechas, sino que sean útiles para las personas y las carreras de base matemática. También, la prueba de Ciencias, que quisiéramos transformar en una de competencias científicas transversales y fundamentales, y otras tres pruebas electivas en biología, física y química. Estamos trabajando en ello con la Unidad de Currículo y Evaluación del Ministerio de Educación, con consultas amplias y pilotajes, estudios y simulaciones, para hacer propuestas concretas al Comité Técnico de Acceso en un tiempo más.

Durante estos años recibió críticas de diversos lados, tanto usted como el rol del DEMRE en el sistema de admisión. ¿Le sirvieron esas críticas?

Las críticas a las pruebas y al Sistema de Acceso muchas veces no distinguen al destinatario correcto, el que tiene las atribuciones para hacer los cambios. Sin embargo, en DEMRE nunca hemos dicho “ese no es mi problema”, aunque no tengamos el poder formal para resolverlo. Por el contrario, debemos hacer todo lo que podamos para ayudar a crear soluciones, fomentar su discusión y realizar los estudios necesarios para la toma de decisiones.

¿Qué rol ha jugado la vicerrectora de Asuntos Académicos, Rosa Devés en este camino transitado?

Un rol fundamental. Yo creo que es la persona que más ha reflexionado sobre estos temas en Chile y con mayor responsabilidad. Tiene la medida justa entre el conocimiento del sistema, y un compromiso con la ciencia, la objetividad y la calidad técnica igual de fuerte que su compromiso social. Se ha jugado por la inclusión y la diversidad en la educación superior. No imagino un contexto mejor para el logro de todo este progreso sin ella en ese puesto de responsabilidad.